De la sauna al iglú

La educación finlandesa ha sido, durante una época, un referente en el ranking educativo para los demás países. Esperemos que ahora no sea también el modelo en cuanto a condiciones climatológicas. Hemos pasado de la sauna veraniega al iglú invernal. Y como siempre, los centros escolares, en general, no estaban preparados. Cabe afirmar que se trata de un problema estructural que afecta a las infraestructuras educativas desde hace tiempo.

La mala bioclimatización de las aulas es una reivindicación histórica de APIA. De la habitual “Escuela de calor” [denuncia recurrente de cada año], hemos pasado estos días a la “Escuela del gélido frío polar”, debido a la incidencia de la pandemia provocada por la COVID-19 y la necesaria ventilación de las aulas, al no haberse articulado otros sistemas de control de infección en el aire, pese a las diversas propuestas (descartadas por su elevado coste; es el debate de siempre: gasto vs inversión) . El hecho es que siempre estamos lejos del rango de temperaturas estipulado por ley (entre 17 y 27 grados), el cual es exigible en cualquier caso, así como expuestos de forma frecuente y continua a corrientes de aire. Y estas reivindicaciones van más allá de meras reclamaciones laborales como docentes y para docentes. Son reclamaciones sociales como personas adultas preocupadas por otras personas más jóvenes. Nos preocupa nuestro alumnado, que está expuesto a unas condiciones de frío (luego serán de calor) insoportables y creemos que intolerables.

Aparte de la histórica mala climatización, realmente APIA propone un debate más profundo (que tampoco es nuevo): la mala calidad del aire interior de las aulas, espacios expuestos a fuentes contaminantes (físicas, químicas y biológicas). Es necesario abordar no sólo la precariedad de las instalaciones en general, sino también las de la calidad del aire en particular; y desde luego también hay que empezar a tener en cuenta en la fórmula la protección frente a la contaminación microbiológica por virus. Este sindicato opina que se dispone de la tecnología y del conocimiento necesarios para dar soluciones adecuadas y suficientes a esta grave situación, ya que, a nuestro pesar (y no es una predicción apocalíptica), tendremos que estar preparados para posibles situaciones similares en un futuro.

Hay que garantizar una adecuada calidad del aire interior en las dependencias de los centros educativos, ya que son espacios destinados al desarrollo de actividades por las personas que los ocupan y, por tanto, es fundamental asegurar el bienestar y el confort de sus usuarios. Para ello, exigimos que, siguiendo recomendaciones científicas de personas expertas y cualificadas, así como ateniéndose a las normativas y regulaciones existentes al respecto, la Administración implemente medidas complementarias en sistemas de ventilación mecánica para garantizar la calidad del aire interior. O al menos, que en los centros instalen los mismos sistemas de climatización de las delegaciones y Consejería. En el desempeño de mis funciones como delegado sindical, en cada visita a la delegación de mi provincia puedo constatar que la temperatura es muy agradable, tanto en invierno (el personal no lleva abrigo) como en verano, y que existen unas condiciones laborales si no óptimas, muy cercanas a lo deseable.