Tras las vacaciones de Navidad, docentes, personal de administración y servicios y alumnos hemos vuelto a clase en los centros escolares con temperaturas muy por debajo del mínimo confort térmico necesario para nuestra actividad. La realidad es que tanto alumnos como profesores tienen que soportar unas condiciones inusualmente gélidas donde difícilmente se puede realizar la labor educativa con normalidad: los alumnos acuden a los centros con guantes, gorros y mantas para enfrentarse al frío reinante mientras intentan tomar apuntes y atender a las explicaciones de los profesores.
Al paso de la última ola de frío, que ha provocado una fuerte caída en los termómetros se le unen los protocolos sanitarios imperantes en los institutos que exigen airear y ventilar las aulas para mantener lo más bajo posible los niveles de CO2 en los espacios cerrados y así combatir al virus de la COVID-19.
También hay que recordar que el Real Decreto 486/1997, de 14 de abril, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo establece que la temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendido entre 17 y 27 grados. Y aunque es habitual en colegios e instituttos andaluces estar por debajo -en invierno- y por encima -en verano- de estos parámetros, creemos que la situación actual obliga a reconsiderar las decisiones que las autoridades educativas han tomado hasta ahora.
Desde APIA consideramos que la Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía debe establecer unas medidas claras que permitan a los centros educativos paralizar la actividad presencial completamente y continuar la docencia a distancia hasta que se recuperen las condiciones térmicas suficientes para proseguir con normalidad la acción formativa en los colegios e institutos.